A unos cuantos kilómetros de
Nacimiento, en la localidad rural de Monterrey, cuenta la leyenda que hace
muchos años atrás vivió un joven pastorcito que cuidaba día a día las ovejas de
su patrón, un terrateniente del sector
cuyo apellido era Pulido.
Los sucesos que dan origen a la
leyenda de “Agua Santa” transcurren en época estival. Cuenta la gente que en el
año que transcurre esta historia, había hecho más calor que ningún otro año del
cual se tuviera memoria, no corría ni la más mínima brisa y el joven pastorcito
tenía que llevar a pastar a las ovejas a un lugar donde no había una fuente de
agua cercana, sumado a esto, la poca sombra que había en el monte, ya que como
aún hoy día se aprecia, es una gran roca, por consiguiente no hay grandes
árboles que puedan dar sombra.
Las ansias codiciosas del patrón,
le prohibía dejar algún momento a solas las ovejas por lo dañinas que eran,
cualquier descuido por parte del pastor, provocaba que estos animales, como el
más terco de los burros, se fueran de cabeza a las siembras. Esta prohibición
le impedía al pequeño pastorcillo poder bajar al río Biobío y apagar la gran
sed que sentía, ya que por lo agreste y empinado del lugar, demoraba mucho
llegar al río.
El pastorcito le hizo ver a su
patrón, las condiciones en que trabajaba, de la continua deshidratación que
estaba siendo víctima y por sobre todo, el calor insoportable del verano en
curso, a lo que el señor Pulido contestó, “si quieres seguir comiendo, deben seguir
comiendo las ovejas o sufrir los azotes” no quedando más que acatar la orden.
Fueron varios días en que el
pastorcito trabajó a pleno sol; la deshidratación e insolación, comenzaron a
causar sus efectos, dañando su salud. La viveza y espontaneidad que lo
caracterizaba se iba diluyendo lentamente de sus ojos y de su ser.
Un día en que se levantó muy
temprano, arrió las ovejas al monte como siempre lo hacía, pero este día se
sentía cansado y con escalofríos; el sol salió con gran fuerza, como nunca se
había visto; más él sentía que cada rayo de sol era cual espada entrando en su
piel, sentía además el sol pegado en su frente y esas horas del medio día, ya
no le quedaba agua, ningún arbusto era suficiente para escapar del sol
abrasador, trató de dar aviso para que lo socorrieran, pero en el débil estado
en que se encontraba, lo que más pudo hacer, fue arrastrarse en dirección a la
casa, pero cuando iba en lo más alto del cerro empedrado, cerca de los riscos
del Biobío, a 6 kilómetros de Laja en el sector de Monterrey y desesperado por
una gota de agua, miró al cielo y no vio ni siquiera una nube que detuviera la
tortura. Suplicó a Dios por agua y en su desesperación tomó una roca de 15
centímetros de diámetro aproximadamente, para buscar humedad debajo de la
piedra, agotando así la poca energía que le quedaba, cuando miró al suelo, en
el espacio que dejó la piedra vio como brotaba agua, agua en lo alto del cerro
empedrado, tanta fue su impresión de vivir el milagro, que agradeció a Dios,
pero producto del cansancio no fue capaz de beberla y expiró.
Desde aquel día, en lo más alto del cerro, donde no había
ni una sola gota de agua, hoy como un memorial a la muerte del pastorcito,
entre primavera y verano, brota agua en medio de la roca, agua que en invierno
se seca, cuando el líquido que brota de la roca no es necesario.
Así es conocida esta fuente de
agua como “Agua Santa”, en donde cuentan los antiguos que hace 50 años atrás se
celebraban fiestas religiosas, venía gente de todos lados a rezar, pagar mandas
y contemplar el milagro.
Nota: Tomado del libro “Historias
Mitos y Leyendas de Nacimiento”, publicado por la Agrupación de Defensa
Ciudadana.
www.nacimientotumemoria.blogspot.com
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