Jefe del destacamento del Fuerte de Nacimiento en el año 1824, el capitán don Luis Salazar, hombre de este pueblo favorecido en lo más alto de las cualidades necesarias para la clase de campañas que se hacían en la Araucanía, poseía mucho tacto, mucha habilidad y una constitución bastante robusta para soportar las fatigas y privaciones de tan rudo género de guerra. Sobre todo lo que brillaba en él y le daba un extraordinario ascendiente sobre sus compañeros, era un valor sereno e imperturbable que lo hacía siempre dueño de la situación, lanza o sable en mano, animaba a todos con su ejemplo causando admiración, todos le conocían como Toquihuelo (Segundo General).
Nacimiento estaba arruinado, había sufrido los horrores de la cruel, desoladora y porfiada “Guerra a Muerte”, inspirada por fanatismos políticos y religiosos de caudillos que abandonaron todo para servir a su Rey en las provincias del sur.
Pero este año estaba trayendo suerte a los patriotas, ya se habían eliminado muchos bandidos, dos desertores de la banda de Juan Manuel Picó, se presentaron ante el capitán Salazar, delatando la ubicación del bandido revolucionario que por la dureza de su carácter y las dotes militares, en otro teatro habrían podido granjearle un nombre glorioso y exento de manchas que empañaran su memoria por las atrocidades de la lucha.
El 27 de octubre, Salazar envió a diez hombres tenidos por valientes y montados en buenos caballos, al mando de sus sobrinos los tenientes Lorenzo Coronado y Ángel Salazar, dándole las instrucciones del caso, los hizo salir
rumbo al lugar donde acampaba Picó al norte del rio Bureo, en el lugar llamado Las Vegas de Coronado.
A la mañana siguiente, el teniente Coronado entraba a Nacimiento cansado y lleno de barro, se dirigió hasta donde el capitán Salazar y depositó en el suelo el macabro trofeo, la cabeza del bandido Juan Manuel Picó.
Nacimiento se había anotado otro punto para su historial, en una arriesgada acción.
Con la desaparición de este obstinado caudillo los bandidos realistas perdieron a su jefe más inteligente y caracterizado, pero no bastó para producir la inmediata pacificación, aún quedaban Senociains y Los Pincheira.
Fuente: Historia General de Chile, Tomo VIII. Autor: Diego Barros Arana.
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