Parece
ser que “Ñancu”, como le llamaban los indios, nació en la Regua Mareguano (provincia
india), junto a las quebradas de Lincoya o en la isla de la Laja, alrededor del
año 1655 y 1660, durante el gobierno español de Porter Casanate.
El
mestizo “Alejo” fue hijo de una española y un mapuche, su verdadero nombre era
Alejandro de Vivar.
En
una de las acostumbradas malocas o correrías a territorio enemigo, donde los
indígenas se robaban animales y mujeres, sorprendieron a una comitiva española
en plena travesía por territorio mapuche. Don Alejandro de Vivar del Risco,
retornaba a Concepción, después de visitar a su familia. De improviso se vio
rodeado de araucanos, quienes exigieron a cambio de su vida, como parte del
botín de guerra todo lo que llevaba incluyendo mujeres, entre ellas a la
hermosa joven de 18 años Isabel de Vivar y Castro, quien pasó a poder de
Curivilú, con quien más tarde tuvo un hijo mestizo, conocido como Alejo o Ñancu (águila en Mapudungun). Alejo se crió junto a los mapuches y adquirió las
raíces araucanas.
En
una redada española, Alejo y su madre fueron rescatados cuando este tenía 5
años. De vuelta en Concepción, Isabel sólo recibió el desdén a causa de su
forzado concubinato y el producto de ello, Alejo.
Isabel
optó por ingresar a un convento para ocultar su vergüenza, su hijo pasó a cargo
de sus parientes, recibiendo una educación modesta y por supuesto debido a su
origen sufrió humillaciones, poca consideración y muy pocos privilegios de la
clase criolla.
Alejandro
de Vivar regresó con los araucanos que lo recibieron con los brazos abiertos,
porque tenía conocimientos especialmente en el campo militar, se puso al servicio
de la causa mapuche y pronto reveló sus dotes de líder y empezó a organizar sus
“conas” (guerreros).
Alejo
tuvo el privilegio de llegar a ser el único toqui no mapuche y pronto se sintió
listo para ejecutar su vengativo plan a los odiados huincas o españoles.
En
una de sus andanzas, capturó a dos españolas jóvenes a quienes hizo sus
concubinas, despertando los celos de sus esposas mapuches, quienes resolvieron
matarle por despecho.
Estando
ebrio y durmiendo en su rehue fue asesinado mientras dormía. Ambas mujeres prefirieron
exiliarse en el fuerte español y el gobernador las premió y se le concedió
pensión vitalicia.
Extracto de la Historia de Chile
según Francisco Antonio Encina.
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ResponderEliminarMuy buena investigación. Me sirvió demasiado, muchas gracias.
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