Nació en la localidad de la Chaise, departamento de la Dordoña, Francia el 12 de mayo de 1825. Hijo de padres campesinos. De su juventud no se conservan mayores noticias. En esa época, según recuerda en sus memorias, inició lecturas de viajeros llenando su tediosa vida con la ilusión de emular sus aventuras y la peregrina idea imperialista de “reunir las repúblicas hispanoamericanas bajo el nombre de una confederación manárquica constitucional dividida en diecisiete estados”
E n agosto de 1858 se encontraba en Coquimbo. Durante los dos años siguientes, aprendió el idioma castellano y se relacionó con logias masónicas de Valparaíso, lo que le permitió definir el territorio desde el cual iba a iniciar su afiebrada “labor imperial”.
De los territorios sudamericanos que en esa época aparecían sin una dominación efectiva, fijó su atención en La Araucanía, donde sus habitantes naturales habían rechazado por siglos a la autoridad española y chilena. Creyó que ahí podían ser acogidas sus aspiraciones monárquicas.
En octubre de 1860, Tounnens se trasladó a La Araucanía, iniciando su viaje desde el puerto de Valdivia al interior, junto a un grupo de comerciantes franceses. Consiguió el permiso del cacique Quilapán para internarse en sus tierras, prohibida para los chilenos, siendo acompañado de un mocetón e intérprete y dos franceses. La impresión de los mapuches debió ser mayúscula al ver llegar a un hombre de figura maciza, vestido con traje, pero poncho como los suyos y con la idea de que ellos lo nombraran Rey.
Tounnens encontró la manera de convencer a los mapuches y a un mes de haber llegado al territorio araucano decretó el nacimiento de la primera monarquía constitucional y hereditaria de La Araucanía.
Según la interpretación del biógrafo Armando Braun Menéndez, los caciques lo aceptaron debido a que en él veían el símbolo de la resistencia frente al Estado chileno. Asimismo, por una leyenda mesiánica, influida por su cristianización colonial, que decía que la guerra y la esclavitud terminarían el día en que llegara un hombre blanco a la región.
A su proclamación como Rey, muy pronto siguieron la promulgación de la Constitución de la Monarquía, su difusión en varios periódicos y las cartas de aviso al gobierno de Manuel Montt.
El 20 de noviembre de 1860 decidió además incorporar la Patagonia a su reino, fijando los límites de la Monarquía en el Biobío por el norte, la costa del Pacífico por el este, la costa atlántica desde el río Negro al sur por el oeste y el Estrecho de Magallanes por el sur.
Orellie se trasladó a Valparaíso a dar a conocer su monarquía, a la que denominó “La Nueva Francia”, pero sus amigos franceses, quienes debieron haber sido sus mayores consejeros, se rieron de sus ocurrencias y pasado un año ninguna autoridad lo recibió.
Regresó a La Araucanía en diciembre de 1861 y se dedicó a entrevistarse con distintos indígenas, a quienes ofreció su ayuda para defender la frontera norte a cambio de su adhesión a él. El alboroto generado provocó cierta preocupación en la Intendencia de Arauco, por cuanto no eran lejanos los levantamientos indígenas de 1859.
Las autoridades chilenas pusieron precio a su cabeza. Fue un criado quién lo entregó en enero de 1862, a orillas del río Malleco. Fue sometido a juicio en Nacimiento por el comandante de esa plaza, Manuel A. Faes. El 7 de enero fue trasladado a Los Ángeles, e interrogado por el Intendente de Arauco, coronel Cornelio Saavedra. Durante el juicio enfermó de disentería y se le cayó el cabello. Acusado de perturbador del orden público, fue condenado en primera instancia a 10 años de cárcel.
E n julio de 1862 el juez Matus sobreseyó la causa y lo sentenció a ser recluido en la Casa de Orates de Santiago, ciudad a la que llegó solo en octubre de ese año. Allí fue liberado gracias a la intervención del cónsul francés Henri Cazotte, quién lo envió a Europa.
Durante 6 años Tounnens hizo propaganda en Europa a su acción en América, interesando a gobiernos y capitalistas en financiar una segunda etapa de su reino de La Araucanía. Logró la ayuda de un tal M. Planchu, con el cual llegó a Chile a finales de 1869.
Pero la situación en La Araucanía había cambiado luego de su ausencia de 9 años. El estado chileno decidió acelerar sus planes de ocupar el territorio y dominar a los indígenas. Es así como los caciques que antes lo habían apoyado, vieron reducidas sus fuerzas; el supuesto Rey tampoco tenía los recursos para enfrentar los ejércitos chilenos. No tuvo la acogida esperada, por lo que decidió trasladarse a Buenos Aires, llegando allí en julio de 1871.
Su extraña aventura americana había terminado en el más completo descrédito, por lo que volvió a Francia. No por ello desistió de sus propósitos. Dos veces más intentó regresar a América, en 1874 y 1876, pero sólo llegó hasta Argentina, siendo forzado a retornar a Europa.
Tounnens instaló su Corte Real en un departamento en París, donde recibía a los curiosos junto a sus ministros. Estos a cambio de títulos de nobleza de Monarquía Araucana, financiaban la vida del Rey en el exilio. Sus amigos terminaron por conseguirle un modesto empleo municipal. Tounnens falleció en París el 19 de septiembre de 1878.
Orellie llegó a tener un himno, compuesto por Guillermo Frich, en Valdivia en 1864 y monedas de peso acuñadas en plata el año 1874. El príncipe Felipe en 1996, fue uno de los últimos descendientes, miembros de su familia.
Fuente: Grandes Biografías, Figuras de la Historia de Chile de Cristián Guerrero Lira, Fernando Ramírez Morales e Isabel Torres Dujisín.
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